sábado, 12 de abril de 2008

Montserrat Caballé (1933)

Soprano catalana nacida en Barcelona el 12 de Abril. Destaca por su voz de soprano lírica, con bello pianissimo en el registro agudo. Especialista del repertorio del bel canto, es una de las primeras voces del mundo por su calidad vocal, inspiración y perfecto dominio de la técnica.

Apadrinada por José Antonio Bertrán, estudió en el Liceo con Napoleone Annovazi, que le enseñó el secreto del canto. También fueron sus profesoras Conchita Badía y Eugenia Kemény, de quien aprendió a sostener la voz en las frases más largas. En 1954, gana la medalla de oro en el Conservatorio de Música del Liceu de Barcelona.

Ingresa en la compañía del Teatro Municipal de Basilea en 1956. Debutó oficialmente ese mismo año con la representación de La flauta mágica de Mozart, además de intrepretar también a Mimí en La Bohème. Otras de sus obras iniciales fueron Tosca, Aida, Arabella y Salome.

Es contratada por la Ópera de Bremen para la temporada de 1960-1961, donde se especializa en los papeles del bel canto. En 1962 regresa a Barcelona y debuta en el Liceu el 7 de enero, con Arabella. En 1964 se casa con el tenor Bernabé Martí.

El primer éxito internacional de Caballé fue en 1965. Un golpe de suerte dio un vuelvo a su vida cuando el 15 de abril sustituye a Marilyn Horne, que indispuesta no puede cantar en la versión en concierto de Lucrezia Borgia en el Carnegie Hall de Nueva York: Su interpretación causa sensación.

A partir de entonces, su fama se dispara y ese mismo año, debuta en el Festival de Glyndebourne y en la Ópera del Metropolitan con el personaje de Marguerite en el Fausto de Gounod. En 1972 debuta en La Scala con Norma de Bellini y con Violetta en el Royal Opera House de Londres. En 1980, interpretó Semiramide de Rossini en el Festival de Aix-en-Provence, dirigida por Jesús López Cobos.

Su amplísimo repertorio supera las cien obras y abarca desde el barroco hasta el verismo.

Su incursión en la música rock la hizo junto al cantante y compositor Freddie Mercury con Barcelona, que se convirtió en el himno de los Juegos Olímpicos de 1992.

Su voz es notable por su pureza, control y potencia. Es menos admirada por sus instintos dramáticos y por su destreza interpretativa, que por su excelente técnica, matización vocal y sus exquisitos pianisimos.

Aunque resulta injusto no reconocer su gran presencia escénica y refinada sensibilidad como intérprete de gran musicalidad que sabe hallar el drama en la música. Es esencia del arte de Caballé, y una de sus grandes aportaciones a la gran tradición de la ópera, interpretar dentro de la línea de canto, sin histrionismos ajenos a la partitura y que normalmente son recursos para ocultar deficiencias técnicas en cantantes menos virtuosas.

En los últimos años, se ha dedicado a varias actividades benéficas. Es embajadora de buena voluntad de la UNESCO, y crea una fundación para ayudar a los niños necesitados de Barcelona.


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